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Gracia, fuerza y color
El concierto en la Isla del virtuoso de la guitarra clásica David Russell fue un recorrido por la excelencia técnica e interpretativa

David Russell es un guitarrista extraordinario. Su carrera internacional le ha ganado numerosos reconocimientos y elogios. El público puertorriqueño pudo comprobar su calidad artística el pasado viernes en un recital de la temporada 2013-14 de Pro Arte Musical, llevado a cabo en la Sala Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes de Santurce.
El programa comenzó con una Rossiniana del italiano Mauro Giuliani (1781-1829). La tercera de una serie de seis popurrís de melodías operísticas de Rossini, esta comienza con una introducción maestoso sostenuto que Russell interpretó con refinada musicalidad, dando paso a secciones cada vez más virtuosistas, ejecutadas con pasmosa facilidad y gracia. El arreglo de Russell de las dos Sonatas de Scarlatti que siguieron, K.490 y K. 491, fue una demostración de su habilidad para traducir el idioma del clavecín a la guitarra; la primera explorando acordes poco usuales, la segunda, muy conocida por los pianistas, utilizando elementos del fandango popular español.
La interpretación de los Valses poéticos, H.147 de Enrique Granados fue el punto culminante de la primera mitad del programa. Russell hizo gala de un delicado lirismo musical perfectamente adecuado al romanticismo de Granados. Su control del sonido y su fecunda imaginación para el color guitarrístico le hicieron justicia a la magnífica pieza del insigne compositor catalán.
La segunda parte del programa comenzó con la Partita núm. 1 en si menor para violín, BWV 1002, de Johann Sebastian Bach, en una fascinante transcripción de Russell. Esta gran interpretación fue muy fiel al estilo de cada una de las danzas con sus “doubles” (repetición variada): la Allemanda discreta y moderada contrastando con la veloz Corrente, ejecutada con prodigiosa claridad; mientras que a la bellísima melodía de la solemne Sarabanda le siguió el alegre Tempo di Borea.
Dos obras del compositor y guitarrista Juan Sorroche, una Romanza, de inspirado carácter lírico y romántico, seguida de Jubilosa plenitud, virtuosista y colorida pieza dedicada a Russell, dieron fe de la excelencia de la escuela guitarrística puertorriqueña a la que pertenece Sorroche. Sin lugar a dudas, Puerto Rico cuenta en Sorroche con un distinguido compositor para la guitarra. Russell pareció disfrutar mucho de su ejecución y el público respondió de igual manera.
El programa culminó con tres conocidas obras de Albéniz, Capricho catalán, Granada y Asturias, que Russell, evidente conocedor de la música española, interpretó con brillantez, deleitando al público que le ovacionó al final. Como encore, Una limosna por el amor de Dios, de Agustín Barrios, con sus distintivos trémolos, y un interesante arreglo de Russell de dos canciones irlandesas.

Por Luis Hernández Mergal / Especial El Nuevo Día

 

 

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